La cámara es para mí un instrumento de medida, el medio para establecer un discurso sin palabras, una narrativa que, mediante el universal lenguaje de la imagen, atrape en la tela de araña del objetivo la emoción del espectáculo, fije la belleza de los cuerpos y el placer estético del espacio escénico, hasta conseguir una dramaturgia de las emociones.